Silvicultura y Manejo
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1.4.1 Floración y producción de semillas

El boldo, al ser un árbol dioico, presenta diferencias de ritmos de crecimiento entre árboles masculinos y femeninos. Hoffman (1981), estudió la especie en la zona central, determinando que los ejemplares masculinos completaban su ciclo de crecimiento en un año, mientras que los ejemplares femeninos el crecimiento vegetativo y reproductivo posee ciclos bianuales. La floración se produce en el periodo invernal (junio-agosto), mediante polinización entomófila. El período vegetativo del boldo se inicia en primavera (octubre) finalizando a principios del verano con la diferenciación de las yemas florales, las que se mantienen latentes hasta mediados del invierno (julio-agosto) momento en que se produce la floración. Por su parte, los frutos presentan un largo proceso de maduración, determinando la dispersión hacia mediados del verano (Cuadro 3).

Cuadro 3. Fenofases del boldo.

Fase

Mes

May

Jun

Jul

Ago

Sep

Oct

Nov

Dic

Ene

Feb

Mar

Abr

Yemas florares

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Floración

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Maduración de frutos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dispersión de frutos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Crecimiento vegetativo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Elaboración propia, a partir de Hoffman (1981) y Durán (2005).

 

1.4.2 Germinación, propagación, tratamiento de semillas y viverización

La propagación natural de la especie se realiza por semillas, mediante polinización cruzada, principalmente por medio de dípteros de la familia Sirphidae y algunos coleópteros (Roach, 2001). Sin embargo, existe poco rejuvenecimiento de la especie en poblaciones naturales, lo que puede ser afectado por factores ambientales adversos, como la exposición a prolongados periodos secos o al pastoreo (Voguel et al., 2005).

Otro factor importante es el largo periodo requerido por la semilla para germinar. La presencia de aceites esenciales (terpineol y eugenol) causan un efecto inhibidor del pericarpio provocando dificultades en la germinación de semillas, determinando un bajo porcentaje de germinación natural y una viverización compleja. Esta baja proporción se debe principalmente a que las semillas presentan latencia combinada profunda, provocada por la disminución de la presencia de ácido giberílico (GA3) en las semillas durante el periodo de almacenamiento. En este contexto, el balance en el sistema promotor-inhibidor (giberelinas - ácido abscísico) es el aspecto más importante en la germinación. El ácido parece estar en cantidades adecuadas cuando la semilla está recién cosechada, sin embargo, parece disminuir durante el periodo de almacenamiento, por lo que es necesaria la aplicación externa de GA3 para permitir la germinación (Muñoz, 1986; Rodríguez, 1997). Otros aspectos que en menor proporción contribuyen a la latencia de las semillas son la resistencia mecánica del pericarpio al crecimiento y el escaso desarrollo morfológico del embrión (Muñoz, 1986). Los factores antes mencionados son los que permiten asegurar la sobreviviencia de la especie en su ambiente natural, ya que las semillas dormantes durante largos periodos pasan diversas condiciones ambientales adversas, como inviernos fríos y veranos de gran sequedad, peligrando la sobrevivencia de las plántulas.

Con respecto a la germinación los primeros estudios registrados en la literatura fueron realizados por Homann (1967), quien obtuvo porcentajes de germinación del orden del 19%. Por otro lodo, Donoso y Cabello (1978), realizaron ensayos por periodos de 30 días, con régimen de 16 horas a 20 °C en oscuridad y 8 horas a 30°C de luz. Sus resultados fueron negativos, con un 0% de capacidad germinativa. Vogel et al. (2005) presentan los resultados de una variedad de ensayos de tratamientos pregerminativos, señalando que la aplicación del GA3 en concentraciones de 10 g/l durante 48 horas obtuvo los mejores resultados, con porcentajes de germinación de 34% a los 6 meses. Diversas experiencias en investigación permiten en la actualidad obtener casi un 100% de germinación.

Por otro lado, Muñoz (1986) demostró que los embriones no presentan latencia, sino más bien el problema se presenta en la envoltura y que con sustancias promotoras de germinación, es posible contrarrestar el efecto inhibidor. Semillas con daño en la testa germinaron mejor que las sin defectos. Además señala que el cultivo de embriones in vitro permite obtener la totalidad de germinación en pocos días.

Un aspecto importante de tener en consideración tiene relación con las semillas y su época de colecta. Muñoz (1986), señala que es recomendable colectar las semillas en diciembre y sembrar inmediatamente, ya que las semillas recolectadas en época estival (diciembre-febrero) y que son sembradas de inmediato, inician su germinación en promedio al tercer mes. Agrega además que las semillas colectadas en diciembre son las que poseen mejor capacidad germinativa (44%) y energía germinativa (43,7% en 251 días. Si hay retrasos en la siembra, se recomienda lavarlas para extraer la pulpa, para posteriormente secarlas al aire un par de días y luego almacenarlas en bolsas de plástico a 5 °C (Aguilera y Benavides, 2005). Alternativamente se pueden remojar las semillas durante 24 horas con ácido giberélico de 10 g/l (Muñoz, 1986; www.gestionforestal.cl).

En cuanto a la producción de semillas, existen antecedentes que señalan que ésta puede alcanzar las 14.000 semillas/kg (Donoso y Cabello, 1978), mientras que Vogel et al. (2005), señalan que la producción de semillas sería menor, siendo ésta del orden de 6.000 semillas/kg.

 

1.4.3 Reproducción vegetativa

En general, en terreno la regeneración de la especie es mayoritariamente vegetativa (Figuras 3a y 3b), compuesta por retoños de árboles explotados para el autoconsumo como leña y/o carbón, venta de hojas, así como también para destinar tierras a la agricultura y/o al establecimiento de plantaciones forestales (Labbé, 1989; Rodríguez, 1997). Debido al escaso porcentaje de germinación natural que posee la especie, en la cepa de ésta se observa la presencia de yemas subterráneas en receso vegetativo ubicadas en un órgano denominado lignotúber, que permite una regeneración vigorosa después de un incendio o cuando es talado para ser usado como fuente de madera (Montenegro, 2000).

FIGURA 3.A. Rebrote de tocón de Peumus boldus (Mol.).

Figura 3.b. Regeneración de tocón en Peumus Boldus (mol.).

El estudio de propagación vegetativa muestra la dificultad de este tipo de propagación. Investigaciones señalan que ésta permite el enraizamiento de no más del 15% del material. Si bien es más rápida que la propagación por semillas, deben esperarse seis meses para obtener resultados y utilizar dosis de baja concentración (Santelices y Bobadilla, 1997). Jeldres (1998) estudió la reproducción vegetativa de estacas de boldo con diferentes tratamientos, señalando que la edad del material vegetal es un factor importante a considerar, obteniéndose mejores resultados de arraigamiento (25%) con material joven de 2 años de edad. Otros factores determinantes del éxito en la propagación son la época de colecta del material, la posición en el árbol de éste.

Vogel et al. (2005), señalan la importancia de reproducir vegetativamente al boldo, dado que la reproducción sexual, ya que al ser cruzada genera una muy alta variabilidad genética de las plantas, siendo perjudicial para la obtención de material homogéneo. Sin embargo, y dado la baja capacidad de reproducción vegetativa, es recomendable la selección de poblaciones naturales sobresalientes y propagarlas por semilla.

Con respecto a la viverización, ésta puede variar entre uno y dos años (figuras 4a y 4b). Las plántulas alcanzan alturas promedio de 5,5 cm a los 6 meses desde la germinación, con un peso aproximado de 60 miligramos (Homann, 1983). Para ello se utilizan normalmente bolsas polietileno negras de 20 cm de profundidad y con perforaciones en la base o bandejas de plumavit (speedling). Si se utilizan bolsas, se recomienda mezclar en partes iguales arena y suelo arcilloso, que tenga en lo posible bastante materia orgánica. El sustrato que se utiliza debe ser desinfectado para evitar enfermedades y pérdidas de plantas. Para el sistema en speedling se recomienda un sustrato producido a partir de corteza de pino. Por otro lado, cuando esta especie es producida en macetas, contiene suficiente suelo para ser plantada, sin embargo, es recomendable regarlas muy bien antes de ser retiradas del vivero. También se debe retirar por lo menos con un mes de anticipación la malla sombreadero que cubre al vivero.

 

Figura.4.a y 4.b. Diferencia entre plántulas de uno y dos añosde Peumus boldus (Mol.).

Vogel et al. (2005) complementan que es de suma importancia la protección de las plantas contra roedores, caracoles y babosas, agentes que pueden causar un alto grado de mortalidad durante las primeras etapas de crecimiento. Aplicaciones de fungicidas y fertilizantes aseguran un desarrollo adecuado de las plantas.

 

1.4.4 Establecimiento

Existen muy pocos antecedentes con respecto al establecimiento de plantaciones con fines industriales de boldo. Uno de los pocos ensayos de plantación es el realizado por Vogel et al. (2005) realizaron establecimiento de plantaciones tipo cultivo agrícola bajo invernadero, con la finalidad de maximizar el rendimiento de hojas secas por unidad de superficie más que por individuo. Sin embargo, para plantaciones en campo no existen antecedentes, por lo que se recomienda asumir la tecnología disponible que garantiza resultados adecuados para el desarrollo de plantaciones como pino y/o eucalipto. Esto dice relación con el cercado, limpia de terreno, preparación de suelo, técnica de plantación, aplicación de polímeros, fertilización y control de maleza. La época de plantación varía según las condiciones climáticas presentes. Así, en la IV Región se recomienda es establecimiento de plantaciones en el mes de julio, mientras que en la zona más sur de su distribución éstas pueden establecerse hasta fines de agosto. Se recomienda regar al momento de la plantación, según precipitaciones, y en verano durante los 2 primeros años realizar aplicaciones del orden de 4-5 litros/planta (www.gestionforestal.cl).

Por otro lado, dado que el boldo crece en general en suelos pobres en minerales y materia orgánica, los cuales se extraen del suelo en alguna medida al cortar las hojas y tallos de las plantas, por lo que es recomendable aplicar fertilización. Sin embargo, ésta debe ser programada de acuerdo al contenido de micro y macroelementos del suelo, así como también su disponibilidad y contenidos de éstos en la planta y la extracción de éstos por parte del cultivo. Con respecto al contenido de nutrientes en boldo, Vogel et al. (2005), estudiaron un cultivo de boldo de 3 años, determinando el contenido de nutrientes en boldo y estimaron extracción de éstos producto de la cosecha de las plantas. Estos resultados se presentan en el Cuadro 4.

 

Cuadro 4. Contenido de nutrientes en boldo y estimación de extracción en cosecha

Elementos

Contenido de nutrientes en material vegetal deshidratado

Extracción por tonelada de material vegetal deshidratado

 

Hojas

Tallos

Hojas

Hojas con tallos

N

P

K

Ca

Mg

Mn

Zn

Cu

Fe

B

0,98 %

0,24 %

1,00 %

1,05 %

0,19 %

41 mg/kg

24 mg/kg

3,3 mg/kg

336 mg/kg

33 mg/kg

0,72 %

0,11 %

0,62 %

0,59 %

0,08 %

42 mg/kg

24 mg/kg

9,0 mg/kg

237 mg/kg

14 mg/kg

9,8 kg

2,4 kg

10,0 kg

10,5 kg

1,9 kg

41 g

24 g

3,3 g

336 g

33 g

9,0 kg

2,0 kg

8,9 kg

9,2 kg

1,6 kg

41 g

24 g

5 g

307 g

28 g

Fuente: Vogel et al. (2005).

 

1.4.5 Manejo e intervención

En general, la explotación o corta de boldo se hace con el objetivo de la recolección de hojas. Actualmente, la mayor parte de las hojas que se comercializan tanto en el mercado externo como interno, provienen de recolección silvestre de ramas y ramillas del árbol. Las actividades de cosecha se realizan generalmente en renovales jóvenes, de entre 4 y 5 años, seleccionándose los individuos por edad y cantidad de hojas. En promedio se extraen 6 a 7 retoños por cepa, los que se cortan a una altura de 10 a15 cm del suelo (Roach, 2001).

En este contexto, un manejo silvicultural adecuado es el de monte bajo, de manera de aprovechar la capacidad de rebrote que posee la especie (Figura 5). Para este manejo se estima cortar las ramas y dejar 2 - 4 brotes en pie, con un periodo mínimo de rotación de 5 años, que contempla la ley. Vita (1990) señala que para la especie el método más interesante con el objetivo de maximizar la producción de hojas es el de monte bajo irregular, ya que permite tener en cada tocón retoños de diferentes edades y tamaños, permitiendo una continua obtención de productos mediante entresacas.

FIGURA 5. Manejo por monte bajo en rodal de 4 años, sector, viña los Vascos (Peralillo, VI region).

 

Otro método silvicultural aplicable es el de cortas sucesivas (o cortas de protección), el cual se puede aplicar en aquellos bosques densos o abiertos, característicos de estados sucesionales o comunidades clímax. Tales situaciones pueden ser encontradas con mayor frecuencia en formaciones esclerófilas costeras. Dicho método tiene la característica de producir regeneración bajo la cubierta de copas del dosel superior (Aguilera y Benavides, 2005).

Además, es recomendable realizar raleos, cortando alternadamente los pies de boldos que existen y solo entresacando en el caso de zonas escarpadas y accidentadas, dejando una densidad conveniente que le permita realizar función de protección del suelo (www.gestionforestal.cl).

Es importante destacar que si el objetivo de manejo es la obtención de biomasa foliar, se debería beneficiar una mayor cantidad de número de vástagos por ejemplar, aunque las diferencias en las densidades de individuos puede ser un factor importante en los montos de producción de hojas de boldo, tanto a nivel de vástagos como a nivel de árboles (Montecinos, 2001).

Conjuntamente es posible señalar investigaciones enfocadas al cultivo del boldo, específicamente bajo invernadero. De esta forma, Schneeberger (2001), investigó acerca de la aplicación de poda invernal en ensayos de boldo establecidos como cultivo agronómico bajo invernadero. Dicha investigación determinó que la poda invernal no influye en la longitud y número de brotes principales de plantas de boldo de 2 años, no encontrándose diferencias estadísticas en relación a las concentraciones de aceite esencial y alcaloides en hojas de boldo provenientes de plantas desarrolladas bajo dos condiciones de intensidad de luz.

Por otro lado, Berríos (2002), estudió el efecto de la densidad de plantación y diferentes niveles de riego en plantaciones de boldo sobre la producción de hojas y principios activos. Los resultados muestran que para plantaciones de boldo establecidas con fines comerciales, no existe diferencia estadística entre los niveles de riego sobre el rendimiento (g/planta); mientras que la densidad de plantación sí los tuvo a nivel de individuo, mas no en el rendimiento por unidad de superficie; es decir, una menor densidad produce mayor producción de hojas por planta, pero con rendimientos por hectárea no estadísticamente distintos. De esta forma, se abre la alternativa del cultivo de boldo a altas densidades con riegos bajos, utilizando menores superficies de terreno y reduciendo costos de mantención.

 

1.4.6 Crecimiento y Biometría

1.4.6.1 Crecimiento

Se entiende por crecimiento el desarrollo, engrosamiento y elongación de los distintos componentes de un árbol o rodal, referida a una edad o un período específico, expresado por incrementos en el tiempo del diámetro, área basal, altura y volumen determinado por la interacción entre las características genéticas del individuo con los factores del medio ambiente en que se desarrolla (Kannegiesser, 1987).

En general, se puede señalar que boldo presenta un crecimiento lento, asemejándose al de Peumo y Quillay, pudiendo alcanzar cerca de 50 cm en vivero luego de dos años, y 1 a 2 m de altura a los 5 años (Roach, 2001). Existen una serie de antecedentes con respecto al crecimiento de la especie, mas éstos no son abundantes y no presentan una tendencia clara. Así, Kannegiesser (1987) y Toral et al. (1988), señalan que en bosques abiertos de bajadensidad, el crecimiento en diámetro (medido a nivel del Dap), de una muestra quecontempló edades entre los 9 y 128 años, fluctúa de 0,16 a 0,79 cm/año respectivamente,con un promedio de 0,36 cm/año. A su vez, el crecimiento en altura oscila entre 0,04 y0,54 m/año, con un promedio de 0,17 m/año; presentando los mayores incrementos en laetapa juvenil de la especie.Vogel et al. (2005) señalan que los árboles menores a 10 años presentan los crecimientos más vigorosos tanto en diámetro como en altura, alcanzado a los 100 años diámetros (DAP) cercanos a las 27 cm.

La especie posee un incremento medio anual en diámetro de 0,8 cm; mientras que posee un crecimiento en volumen de madera entre 0,8 y 6,2 m3/ha/año para una densidad media de 45 y 100 individuos por hectárea (www.gestionforestal.cl).

En este contexto, Kannegiesser (1987) y Toral et al. (1988), señalan que en bosques abiertos de baja densidad en la localidad de Sagrada Familia, VII región, el incremento medio en diámetro (DAP) de una muestra que contempló edades entre los 9 y 128 años, fluctúa entre 0,16 a 0,79 cm/año respectivamente, con un promedio de 0,36 cm/año. A su vez, el crecimiento en altura oscila entre 0,04 y 0,54 m/año, con un promedio de 0,17 m/año; presentando los mayores incrementos en la etapa juvenil de la especie. En el Anexo 1 se presentan las diversas funciones de crecimiento descritas en la literatura de la especie.

En cuanto a crecimiento en plantaciones, Vogel et al. (2005) investigaron plantaciones establecidas en invernadero durante 4 años, aplicándole podas y exponiéndolas a diferentes niveles de luz. De acuerdo a sus resultados, señalan que el boldo demora casi un año en iniciar su crecimiento aéreo, teniendo a segundo año un gran porcentaje de sobrevivencia (95%), y tamaños entre los 14 y 68 cm. Además, señalan que el crecimiento en primavera (noviembre-diciembre) es el más vigoroso y se diferencia según el tipo de plantas. En plantas pequeñas el crecimiento es mayor proporcionalmente y generan más brotes que las plantas más grandes (61% y 33% respectivamente), sin embargo no se produce un acercamiento o nivelación del tamaño.

 

1.4.6.2. Biomasa

En boldo se han realizado una variedad de estudios conducentes principalmente a la estimación de biomasa, que corresponde a la cantidad total de materia viva presente en un momento dado, expresada en unidades de peso seco por unidad de superficie. La estimación de la biomasa se realiza por lo general por componentes, sean estos fustes, ramas, hojas y/o raíces. La evaluación de la biomasa presente en los distintos componentes de un individuo, permite estimar el potencial productivo de un sistema boscoso (Montecinos, 2001). El estudio, junto con el desarrollo de modelos o funciones de estimación de la biomasa en boldo, ha permitido determinar por un lado, la distribución de ésta para los distintos componentes, las variables de estado que mejor explican el desarrollo del individuo, así como estimaciones de la producción por unidad de superficie. Variables como el DAP, DAC y altura son las que han permitido las mejores estimaciones de biomasa para la especie.

Los estudios de biomasa se han desarrollado preferentemente entre la V y VII regiones. En este contexto, los primeros antecedentes biométricos en boldo corresponden a los estudios de Gajardo y Verdugo (1979), quienes determinaron que el diámetro y altura de copas eran las variables más influyentes en la producción de hojas para la especie en la V región, determinando producciones de hojas fluctuantes entre 0,3 y 9 kg/árbol. Por otro lado, Kannegiesser (1987) en formaciones vegetales ubicadas en Sagrada Familia, VII región, señala que el principal componente de la biomasa es el fuste, con 51,6% del peso seco total, seguido por las ramas con 34,8%, las hojas con 9,5% y finalmente la corteza con 4,1%. Dicha investigación arrojó producciones por árbol entre 0,01 y 28 kg, aproximadamente.

En este mismo ámbito, Aguirre e Infante (1988), con material de las localidades de Casablanca (V región) y Sagrada Familia (VII región), determinaron que la biomasa se distribuye principalmente en las ramas y ramillas (84% del peso seco), es decir, en la parte leñosa del árbol y sólo un 16% del peso seco corresponde a las hojas, que constituyen el componente comercial de la especie.

Montecinos, (2001), evaluó la influencia del tipo de hábito de crecimiento del boldo sobre la producción de biomasa foliar, en la localidad de Peumo, VI región. En base a la cantidad de vástagos determinados para cada árbol, estableció 3 tipos de hábitos y estimó biomasa foliar a nivel de vástagos, individuo y producción por hectárea; determinando que existen diferencias significativas en producción de biomasa según el hábito de crecimiento de cada individuo, determinando que mayor número de vástagos generan mayores producciones por individuo (tipo monte bajo). Conjuntamente, la producción de biomasa estimada fue de 1,2 t/ha, para un total de 462 árboles/ha.

Por otro lado, Durán (2005) utilizando el método regresional (alométrico) determinó biomasa foliar del orden del 25%, para rodales de boldo ubicados en la localidad de Melipilla, Región Metropolitana. Conjuntamente, estimó funciones de biomasa para vástagos y árbol completo. Para los vástagos, el peso seco de hoja, fuste y peso total se estimó a través del diámetro basal, determinando la biomasa para cada componente. A nivel de individuos, concluyó que el área basal, es la variable que mejor estima la biomasa para cada cepa. En cuanto a la producción de biomasa aérea, para densidades de 1420, 580 y 480 árboles/ha fue de 2,22; 1,29 y 1,22 t/ha de hojas y 8,76; 6,30 y 6,26 t/ha de fuste, respectivamente. Por su parte, la productividad media por árbol correspondió a 160 g de hoja y 300 g de fuste al año, determinando que la formación de boldo para esta localidad puede generar 196 kg/ha/año de hojas, 833 kg/ha/año de biomasa fustal y 971 kg/ha/año en biomasa total.

Espic (2007) por su parte, evaluó la producción de biomasa aérea de dos bosquetes, uno ralo y otro semidenso en la comuna de Papudo, V región. Para ello, mediante regresión lineal, seleccionó modelos y estimó biomasa por componentes para fuste, hojas y corteza, estableciendo que, en promedio para las dos unidades investigadas, el 85% de la biomasa pertenece al fuste mientras que el 13% y 2% corresponden a hojas y corteza, respectivamente. La estimación de biomasa varió entre 0,07 y 10,5 kg/vástago, determinando producciones (t/ha) del orden de 0,8 y 1,9 t/ha, para el bosque ralo y semidenso, respectivamente.