5.- CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
La producción agrícola y ganadera de los pequeños y medianos productores agrícolas de la precordillera andina, constituida por rubros de la llamada agricultura tradicional (cultivo de cereales, leguminosas de grano y ganadería), atraviesa por una aguda crisis de productividad y rentabilidad. No obstante, la existencia de un cúmulo importante de información tecnológica; y el alto potencial productivo, especialmente de los suelos, permite suponer que mediante un programa eficaz de transferencia tecnológica, esta situación podría ser revertida.
La tecnología para la producción de trigo se encuentra en un apropiado estado de desarrollo. Existen variedades invernales y alternativas de alto potencial de producción. De la misma manera, la tecnología de manejo de cultivo en relación a fertilización, control de malezas y sanidad, permiten el logro de altos rendimientos. Se recomienda enfatizar en programas de transferencia tecnológica de manera de masificar el uso de semillas de alta calidad y mejorar el manejo agronómico del cultivo.
La avena es el segundo cultivo en importancia económica y existe una adecuada cobertura tecnológica en cuanto a variedades y manejo cultural en general.
En lo referente a la producción animal, el desarrollo de la actividad es incipiente. La superficie de praderas naturales de baja producción ocupa una proporción muy importante de los suelos de la precordillera. Hasta la fecha, la carencia de tecnologías que permitan incrementar de manera sustancial la productividad y rentabilidad del rubro han frenado el desarrollo. Sin embargo, avances tecnológicos recientes obtenidos en el marco de proyectos de investigación y desarrollo, financiados por el FNDR de la VIII Región, permiten aseverar que la precordillera andina posee un alto potencial para la producción de carne. La incorporación de una cadena forrajera que incluye leguminosas anuales junto a especies perennes como la alfalfa, permitirá incrementar la producción de peso vivo en hasta un 250%, en relación a lo observado con recursos forrajeros convencionales.
Estos avances, junto con la apertura (provocada por la firma de acuerdos comerciales con la unión europea) de mercados de exportación de carne y la existencia en la región de una planta faenadora habilitada para exportar, serán en el futuro próximo, factores que podrán desencadenar un despegue del rubro. A este respecto, se recomienda la implementación, a través de INDAP, de un vasto programa de transferencia de tecnología en praderas y producción de carne que permitan la incorporación a los nuevos mercados de un número significativo de medianos productores de la precordillera andina.
Respecto de la asociación de la producción agrícola-ganadera con la forestal, debe mencionarse que el desarrollo de tecnologías agroforestales es de mucho menor envergadura que lo observado en los otros rubros. Este tipo de explotación no se encuentra desarrollada en la zona y solo encontramos pequeñas superficies, orientadas al uso de árboles como cortinas cortavientos y pequeños huertos caseros en los cuales se siembran algunos cultivos. Experimentalmente se han realizado ensayos para determinar las especies y sistemas que mejor se comportan en esta zona. No obstante, la precordillera andina es un área de elevado potencial para el crecimiento de los árboles, en particular para castaño. A futuro, la información que entregarán proyectos sobre introducción de nuevas variedades de castaño de alta calidad de fruto, podrían generar posibilidades de desarrollar una agroforestería productiva y rentable en base a esta especie. Se recomienda, por lo tanto, focalizar recursos de investigación y transferencia tecnológica en esta especie y en el desarrollo de sistemas agroforestales, dado que el castaño es una especie que se planta en baja densidad y que permite la asociación con cultivos en una primera etapa y posteriormente con praderas y ganadería.
Es importante que el establecimiento de los cultivos de la rotación en asociación al bosque se realice en un esquema de cero labranza o labranza mínima, ya que después de la primera temporada, las quemas ya no son posibles debido a la presencia de los árboles, lo que nos asegura, además, que nuestro sistema de explotación sea, también, de protección y conservación del recurso suelo. Por otra parte, se produce un aumento de la biodiversidad y minimización de los riesgos económicos asociada a la diversificación de la producción, propia de los sistema agroforestales.
Se recomienda, en general, para la zona de precordillera andina entre las regiones VII y IX, iniciar los sistemas agroforestales como sistemas silvoagrícolas, vale decir, establecer los sistemas en base a rotaciones de cultivos como avena-trigo y/o lupino en asociación a especies arbóreas como castaño, alcornoque o cerezo silvestre por los tres primeros años de crecimiento del bosque, para, paulatinamente ir transformando el sistema en uno silvopastoral, en la medida que el crecimiento de los árboles limite el cultivo de los cereales o leguminosas bajo su dosel.
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